miércoles, 27 de marzo de 2013

Hice del invierno una primavera


De locuras va la vida y yo ya empecé con las mías. Las ganas son extremas, las deudas gigantescas, pero la vergüenza no me deja abrir el candado de mi verja. De alambrado está hecha, ensamblada en mi cabeza donde cierra muchas puertas aunque otras deje abiertas. Creo que no será difícil encontrar la figura verdadera, aquella que todo cambie. Sólo un paso he de dar para lograr la facha buscada. Aquella que oculta en mí permanece callada, esperando el momento para ser conquistada.



martes, 26 de marzo de 2013

Al fin rocé de nuevo tus manos


Mirarte en el espejo y ser capaz de ver la realidad. Deseo que nunca cumples aunque todo sea verdad. En ti todo es perfecto por lo que no insistas en buscar defectos. Te lo dice alguien que un día creyó todo perdido y supo recomponerse, recomponerse contigo. Porque tu belleza salvaje se reflejó en sus ojos que alegres lloraban por tu regreso. Mas no sólo le importó eso. Por fin había encontrado lo que tanto buscaba, tener entre sus manos el corazón que anhelaba.



lunes, 25 de marzo de 2013

Esto no se acaba aquí

El tiempo lo soluciona todo, o eso dice la gente. Qué equivocados ellos. Con lo fácil que era todo a tu lado. Hasta que no te tomé en serio cuando me dijiste que te ibas. Esto no lleva a ningún sitio, me decías. Tú tienes tu vida y yo la mía. Mi ceguera me impidió ver la auténtica realidad. Y ahora soy yo el perdedor cuando veo que cada vez tus huellas se alejaban más y más, hasta convertirse en algo que olvidar.


domingo, 24 de marzo de 2013

Yo, por fin solo


El brillo de tus ojos me tuvo esclavizado hasta que supe mirar al presente y olvidar el pasado. Porque en mi presente no te hallas tú, sino yo. Yo, por fin libre y sin cadenas que me aprieten, yo, por fin solo y sin penas que me atormenten, yo, por fin solo y sin lágrimas que me quemen, yo, por fin solo en este mundo que me quiere, que me quiere solo y sin cadenas que me aprieten.



sábado, 23 de marzo de 2013

Susúrrame al oído


Jaula sonora que hipnotiza mi mente cada vez que susurras que quieres verme. Palabras que adornas con flores de plata, que caen por su peso y flotan en mi alma. Rota monotonía en esa tarde fantasmal en la que no hice nada, salvo hablar. Hablarte por primera vez con mi voz quebradiza y sólo escuchar de fondo tu risa. Debida seguro al temblor del sonido que salió por mi boca buscando un sentido. El sentido de todo lo que siento y nunca te digo.



sábado, 2 de marzo de 2013

Gracias por estar ahí


La verdad será ahora mi prioridad, mostrarme tal cuál y sin telarañas que me cubran. Siento haber tardado tanto en confesarlo. Supongo que las circunstancias cada vez se complicaban más y las excusas se me hacían demasiado pesadas. El miedo al qué dirás fue durante mucho tiempo motivo de somnolencia, motivo para no reír, porque de mentiras se formaba nuestra historia sin principio ni fin. Quizá no parezca mucho pero al fin fui capaz de sonreír, sin motivos para pensar, ya que lo hecho, hecho está.
Y no me arrepiento de ello, sino me apeno de no haberlo hecho antes. Puesto que no sé vivir si no es contigo, gracias por seguir ahí sin ningún motivo.




jueves, 28 de febrero de 2013

Nieve de un día


Y cambió entero todo convirtiendo la montaña en oro, oro blanco y reluciente. Cada copo que caía relucía con el Sol que asomaba sin dolor. Una fina capa de escarcha empezaba a cubrir mis botas y los copos seguían cayendo aquella dulce mañana. Poco a poco la nieve fue dominando las calles, mientras una taza de chocolate calentaba mis gélidas manos. El vapor de mi taza derritiendo iba los copos que en su interior caían. Sin embargo, el Sol oculto tras las nubes ya no veía y un ensordecedor bramido se acercaba a mis ojos. La taza calló ennegreciendo el suelo y mi cuerpo refugio buscó aquella dulce mañana.
Ahora desde mi ventana vi llegar al viento y al granizo golpeando todo cuanto a su paso habían visto. La nieve hundida por los golpes quedaba, aprehendiendo en su interior canicas congeladas. La mañana tornó álgida aunque las calles continuaban blancas como espejos. Pero con color tan puro fácilmente contrastaban las nubes que de fondo veía cargadas de agua. Tan oscuras como la sombra del árbol que tras mi casa había.
Minutos bastaron para que desde mi ventana solo viera el cielo cayendo en forma de tormenta. Rayos, truenos y una avalancha de agua surgiendo de la nada aquella mañana. Y de pronto un sonido sobrehumano hizo estallar los cristales del fondo del pasillo. Llegué con el pulso agitado y en el suelo todos los cristales derramados. La ventana quedó libre y tras su marco un fuego azul que iluminaba bajo la lluvia con su luz. El árbol había caído partido por un rayo, mientras su fuego se apagaba en el reflejo de mi mirada.