Empapados de arriba a abajo por las fuerzas perfectas de la naturaleza, sólo nos quedaba una cosa por hacer; disfrutar como niños bajo la lluvia.
martes, 19 de junio de 2012
Tormenta de lluvia
El cielo se enfurecía súbitamente y lo que aparentaba una notable
calma en realidad enmascaraba la más cuantiosa e inesperada tormenta. El agua
empezó a desmoronar el aire y las calles eran duchas sin principio ni final. No obstante, a lo lejos, una luz iluminó la noche. Surgida entre nubes de lino, nacida
por lucha de dioses y encarnada en energía, sembró el pánico de quien la
contemplaba. Algunos la llaman “rayo” otros “relámpago” pero todos temen oír su nombre. Sus chispas eran fulgores que se extendían como raíces instantáneas
y sus destellos alcanzaban kilómetros de distancia.
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