Han pasado casi tres años y yo aún sigo aquí con ganas de volver a aquella
tarde donde tu aroma prendó mi vida, aquí deseando tu boca
prohibida por ese mártir que me hipnotiza.
¿Qué me hiciste aquella tarde para
transformarme en esto que soy? ¿Fueron tus palabras, tu piel, tus labios con
sabor a miel o tu adiós el que cambiaron mi rumbo?
Perezco con el tiempo y tu
recuerdo, que me martiriza con el sueño y aquella tarde donde alzaste la mano
para saludarme. Quién pudiera volver sobre mis pasos y borrar las huellas
cargadas de quimeras, quién pudiera encontrar a alguien que como yo te quiera.