Hablar,
escribir, perecer.
Eso ya no va conmigo. Gracias a las tijeras del destino se
cortó el cable que nos unía. No se puede ignorar al presente, y él ya golpeó
con fuerza sobre la mesa. Nada salió como planeamos, pero ésa es la magia de la
vida. Por la mañana todo parecía perfecto, por la tarde se desvaneció tal
afecto. Saliste corriendo con espanto en tus ojos y ansiedad en el rostro. No
fue mi intención pero así sucedió. Aún estás a tiempo de perdonarme y construir
de nuevo los muros de la ilusión, pero no esperes más de este inocente corazón.
Ahora me toca sonreír a la vida misma que 473 días son demasiado tiempo.