Necesito ver las cosas
claras o hacértelas ver. Aún soy aprendiz en las indirectas y esto
me está matando. Deseo comprender qué ronda por tu mente cuando me
miras, pero cada vez que lo intento tus ojos me fulminan.
Sin
embargo, mi mirada de nuevo se alza al oírte pronunciar una simple
palabra. Palabra pronunciada por esos labios de papel, tan delicados como la seda y dulces
como la miel. Esos que tanto deseo tener pero la telaraña de las
preguntas no me deja poseer.
Tengo miedo pero no sé a qué, si
apenas sé nada de lo que vamos a ser. Te siento tan cerca y la vez
tan lejos, tan normal y la vez tan diferente, que me pierdo. Estas
cosas deben fluir sin estremecimientos pero ya no sé lo que he de hacer para que me comprendas.
Ansío decirte “te quiero” y callarte con
un beso, pero de nuevo tornan las dudas a mi mente. Suspiro al pensar
en esto y que tras saberlo, dejemos de ser lo que somos. No quiero
decirte adiós y menos después de aquello. Somos algo más que amigos, algo más que conocidos. Ahora sólo necesito que me digas si tú sientes
lo mismo.