lunes, 27 de mayo de 2013

Invítame a otro amanecer


Deja a un lado los pedazos del corazón, la fe buscada y las caras perdidas. Todo se ha convertido ahora en cosas que recordar, cuando apagas la luz y la vida se enciende en tu cabeza. Justo en los momentos en los que no puedes dormir porque tus ojos no tienen sueño. Justo esas noches en las que debes descansar y reponer fuerzas. Y todo por culpa de esas arpías que llegan sin avisar, ¡y cómo llegan! Sólo el diablo puede dar poder a tal enmienda. Mas no sólo caen en cualquier instante, sino que además repiten noche tras noche las mismas imágenes, las mismas personas, las mismas palabras, como en un disco rayado que no para de dar vueltas en su gramófono.

Triunfa la noche y su madrugada, pero no el sueño que anhelabas sino lágrimas que recorren tu cara de lado a lado por la mañana. Irritados tus ojos, amanece un nuevo día. Curvas tus labios y les sonríes a las arpías, porque se han ido, ya se han ido de tu vista.

El espejo sin embargo continúa borroso al mostrar tu rostro. Pero eso qué importa ya, cuando lo tengan que saber ya lo sabrán.


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