lunes, 13 de agosto de 2012

Unas letras escritas bastarían


No sé qué haré cuando llegue el momento en el que no pueda soportar más esto. Quizás jamás vuelvas a saber de mí, o tal vez cometa la locura de ir hacia ti. No, no es amor lo que siento. Son demasiados sentimientos, y me están volviendo loco... Te quiero, me gustas, me conmueves, me enfadas, me diviertes, me ilusionas, me haces falta, pero no sé cómo confesártelo.
Con cada charla que tenemos me confundes e ilusionas más. Pintas las cosas demasiado fáciles, aunque no lo son. Crees salvarme con tus ánimos para conquistar a esa persona. Pero esa persona tan especial eres tú. Unas letras escritas bastarían: TE QUIERO, serían. Muchas veces he pensado en olvidarte, ¿pero cómo hacerlo? ¿Cómo superar tu ausencia? ¿Cómo poder dejarte, si ni siquiera te tengo? Eres todo y nada para mí.
Te voy queriendo a diario, sin una ley sin un horario. En cada charla parezco sentir un poco más de esto que no se explicar; y me doy cuenta que en ocasiones tú tampoco sabes disimular.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Un último abrazo

Te mueres por suplicarme que no me vaya de tu vida.
Yo me consumo al no decirte, que ya eres parte de la mía.
Me duele aceptar que mi felicidad no existe si tú no estás,
pero ni una fracción de ti he logrado palpar,
y mucho menos tus labios besar.
Así que... ¿para qué esperar más?
No quiero compartir tus labios ya,
sólo quiero abrazarte una vez más.



lunes, 6 de agosto de 2012

Duele pasar página

Desde que te conocí
mi vida tiene sentido,
ahora que te perdí
me siento peor de lo que nunca me había sentido.
Siento el frío que me causaste

y el calor que me dejaste.
Pero no sabes lo que siento
a pesar de ser mi escarmiento.


Vivo en mis días
y pienso en las noches.

Descanso en un manto de dolor
y me arropa una gran decepción.

Tal vez estoy cansado

o deseoso de tu amor,
lo único que me importaba,
ahora perdió la razón.
Si ya me enamoré una vez,
¿por qué no volverlo a hacer?


sábado, 4 de agosto de 2012

Somos noche y día

En estos momentos, tú eres la noche y yo el día. Placer oculto que espera acechante tu llegada para tenderte sobre mí. Para hacerme desaparecer a la misma hora, con la misma fuerza, en nuestra infinita rutina. Todas y cada una de esas noches pienso en ti. Soy tu presa y no opondré fuerza alguna a tus encantos. Llévame, llévame a mí. Donde quieras. Soy todo tuyo. El día puede esperar unas horas más al amanecer.


jueves, 26 de julio de 2012

Siempre te querré

Estos días han sido difíciles. Momentos en los que cada palabra debía ser estudiada antes de ser hablada. Dos hemisferios totalmente opuestos se abrían ante mis ojos y tocaba escoger uno de ellos. Tenerte o perderte para siempre. Me vuelve loco tener que elegir, pero tengo que hacerlo por nuestro bien. Una lista de pros y contras se alza ante mí aún por escribir. El tiempo y la distancia me da la oportunidad de pensar qué poner, aunque ello implique dormir menos, salir menos, pensar más o creer en lo imposible...

Espero no equivocarme de nuevo.
Pero no hay distancia más grande que tú, ni pasos a los que nunca llegar. Sólo quedan inútiles proyectos en los que no sé si quiero estar. Mas tu nombre nunca pasará de largo, porque podré ser la persona más tonta, pobre o fea, pero siempre te querré. Y ojalá que si te pierdo y olvido sólo sea durante pesadillas, porque mi verdadera ilusión vive en tenerte y jamas dejar de verte. Y sólo con eso, me harías la persona más feliz del mundo. En ese momento, todos mis ruegos se habrán hecho realidad y ya nada nos podrá separar.
Siempre te querré

martes, 19 de junio de 2012

Tormenta de lluvia

El cielo se enfurecía súbitamente y lo que aparentaba una notable calma en realidad enmascaraba la más cuantiosa e inesperada tormenta. El agua empezó a desmoronar el aire y las calles eran duchas sin principio ni final. No obstante, a lo lejos, una luz iluminó la noche. Surgida entre nubes de lino, nacida por lucha de dioses y encarnada en energía, sembró el pánico de quien la contemplaba. Algunos la llaman “rayo” otros “relámpago” pero todos temen oír su nombre. Sus chispas eran fulgores que se extendían como raíces instantáneas y sus destellos alcanzaban kilómetros de distancia.
Empapados de arriba a abajo por las fuerzas perfectas de la naturaleza, sólo nos quedaba una cosa por hacer; disfrutar como niños bajo la lluvia.